Introducción.
El minimalismo es un movimiento muy grande que ha afectado a muchas disciplinas como la escultura, la pintura, la música, a los estilos de vida y en el mundo de la arquitectura e interiorismo. Me centraré en el minimalismo enfocado en el interiorismo y trataré de explicar los principios básicos, el porqué de su concepción entre muchos otros temas.
Evidentemente es un artículo bastante simplificado que pretende dar una idea general del movimiento. Por supuesto, si lo deseas profundiza en este movimiento por tu cuenta buscando material adecuado.
Concepto.
Minimalismo viene del nombre inglés minimalist que significa minimista, esto es, prestar un mínimo de lo que es necesario. A partir de este concepto se erige dicho movimiento.
Podemos deducir claramente que el minimalismo se deshace de todo aquello que resulta superfluo, ostentoso, innecesario para llegar a la esencia, a lo mínimo. No es necesario los oropeles para conseguir un interior funcional sino todo lo contrario, lograr un interior racional, funcional y como no, bello y agradable para los ojos.
A pesar que en un principio de la impresión que el minimalismo se riñe con la estética es solo una percepción errónea. Se debe de entender su origen y sus principios para lograr crear atmósferas minimalistas con encanto.
Profundicemos pues en la historia del minimalismo.
Historia.
Si queremos empezar desde el principio debo citar obligatoriamente al austriaco Adolf Loos. Es un arquitecto, lo sé, pero sin arquitectura no existen interiores y viceversa, de modo que es imperativo citarle.
Nuestro arquitecto realizó un viaje a Estados Unidos para visitar la Exposición de Chicago y después se quedó un tiempecito - desde 1983 hasta 1986 -. Lo que vio en aquellas ciudades lo dejó impresionado. Cada vez que recordaba el país de donde vino, sus calles, su arquitectura le hizo percatarse de un gran error: el ornamento. Recordad que el estilo de aquel entonces era el modernismo.
A la vuelta de su viaje escribió dos obras fundamentales: Ornamento y delito publicado en 1908 y Arquitectura en 1910. Si resumimos bastante la esencia de las dos obras nos viene a decir que el ornamento es inútil, no sirve en absoluto para nada salvo para gastar presupuesto y tiempo. El ornamento ya se dio en el pasado y ahora estamos sumergidos en una época muy diferente con distintas necesidades. Es hora de acabar con el ornamento y buscar lo esencial y práctico.
La necesidad, lo pragmático, en definitiva lo racional. Un edificio debe servir al ser humano. Es por ello que cada parte de una casa tiene una importancia diferente. Por ejemplo, no es lo mismo la sala de estar que una habitación puesto que cada una tiene funciones distintas y han de estar delimitadas y bien definidas.
El concepto de Loos tardaría poco en calar en las mentes de varios arquitectos, escultores o pintores. En Alemania entre 1920 y 1930 surgió la Bauhaus, una escuela que encabezó el movimiento que lleva el mismo nombre.
El impacto de las horribles experiencias en la Primera Guerra Mundial, la pobreza y la inflación crearon una nueva conciencia que influyó fuertemente. Esta fue la época de la Bauhaus, un movimiento que fue una reacción al cambio social y que aspiraba a la relevancia estética.
Uno de los principios de la Bauhaus fue servir al desarrollo de la vivienda contemporánea, desde los equipos domésticos más básicos hasta la casa completa. Walter Gropius, el director de la Bauhaus, estaba convencido de que "las casas y su mobiliario deben tener una relación significativa entre sí, y su objetivo es obtener la forma de todos los objetos de sus funciones naturales y limitaciones por medio de la experimentación sistemática".
Los diseñadores de la Bauhaus se fascinaron con el metal. Aunque el metal ha sido empleado para estructuras de sillas desde la antigüedad es sorprendente que los muebles de metal de vanguardia fueran recibidos con consternación. El mobiliario parecía tan diferente del estilo tradicional, que las masas no podían relacionarse con ellos.
Para los diseñadores de la Bauhaus el metal o el acero tubular era más ligero, más barato, menos voluminoso y más higiénico que los tradicionales muebles tapizados. La idea detrás de esta nueva estética era construir viviendas baratas y hermosas donde los materiales frescos y duraderos de los muebles pudieran crear un nuevo tipo de belleza. El acero tiene una elasticidad natural y el acero tiene la ventaja adicional de tener cierta uniformidad; da la impresión de una pureza estética y psicológica. La transformación formal de las sillas y sofás por la utilización de un marco de metal resistente o de acero es una característica clara. También la belleza emana de los muebles debido a sus formas y medidas exactas.
El minimalismo llegaría a los Estados Unidos durante la década de los 60 pero su explosión vendría en los 70, reaccionando contra el pop-art e invitando a un estilo más racional.
En definitiva podemos concluir que el éxito del minimalismo hoy en día se debe por sugerir o indicar significados sin caer en lo insustancial.
Bases estéticas.
-¿Para quién va dirigido?: para personas que les gusta el orden y la limpieza en espacios, la funcionalidad y la inexistencia de objetos que perturben la observación de un ambiente amplio y funcional.
-Espacios amplios y racionales: solo se tendrá lo necesario para que una cocina, una sala de estar o una habitación cumplan perfectamente sus funciones, atendiendo a una perspectiva racional del espacio. Esto no reñirá en absoluto con la estética donde se pretende emocionar y gustar con lo mínimo.
-Colores: siempre se usarán colores suaves o colores pastel que ayuden a acentuar la sobriedad y el orden de cada parte de un edificio. Se opta por la monocromía en suelos, techos y paredes, complementándose con los muebles. Por otro lado se permiten pocos elementos decorativos que ayuden al contraste. El blanco y el negro son el contraste por excelencia.
-Decoración: líneas rectas y suaves. Poquitos elementos pero que sirvan para acentuar características claves como la sobriedad o la elegancia.
-Mobiliario: muebles sencillos y funcionales colocados de forma ordenada. Sus acabados serán finos y puros. El tapizado de los muebles, las cortinas y cojines han de obedecer al equilibrio usando colores lisos y eliminando estampados.
-Elementos superfluos: no se permiten oropeles, ornamentos o cualquier otro motivo que no cumpla las bases ya expuestas arriba.
Conclusión.
El minimalismo en el interiorismo está socialmente aceptado. No solo es la estética que ofrece sino porque su forma de ser está justificada y cuenta con historia propia. Elegirla solo es cuestión de cada individuo.
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