06 abril 2015

Carga mental

Nota importante: este escrito no es de mi autoría. Todos los créditos van dirigidos a Guillermo Manuel Martínez de la Teja, Maestro en Ciencias en Ergonomía.

El trabajo físico involucra la actividad e interacción de los mecanismos fisiológicos y musculares, mientras que el trabajo que representa una fuerte carga mental implica mecanismos mentales, que por lo general están relacionados con la recepción y tratamiento de la información, así como la toma de decisiones. Ningún trabajo implica únicamente alguna de estas dos modalidades en forma pura, resultando ser complementarias ya que cualquier trabajo predominantemente físico también conlleva alguna carga mental al requerir algún tratamiento de la información que recibe quien realiza la actividad, y cualquier trabajo predominante de carga mental requiere alguna acción por parte de quien lo realiza, por  lo que es imposible separar estas dos modalidades.

En el ámbito laboral anterior a la Segunda Guerra Mundial la participación física del trabajador era de gran importancia, requiriendo de su pericia y habilidad para llevar a cabo la mayor parte de las actividades e imponiéndole una elevada carga física; sin embargo, la evolución de la tecnología, y su aplicación en la automatización de los procesos industriales en los últimos treinta o cuarenta años ha provocado cambios importantes en el contenido del trabajo, resultando en una importante disminución de la carga física en la mayor parte de los puestos de trabajo, pero en general representando una imposición mucho mayor en lo que se refiere a la carga mental, al requerir recibir e interpretar una importante cantidad de información, y tomando decisiones en base a ésta, al conocimiento y experiencia de quien la recibe.

El concepto de carga mental se refiere al “esfuerzo” mental requerido para llevar a cabo una determinada tarea, involucrando diferentes mecanismos como la perfección y el tratamiento de la información. Aunque es más fácil de reconocer y medir la carga física que impone el desarrollo de cierta actividad, y determinar los límites dentro de los que el trabajador puede realizar la actividad dentro de un margen de riesgo bajo, la carga mental puede resultar no tan fácil de reconocer y medir.

La sobrecarga mental se presenta tanto en trabajos que requieren de una alta calificación del personal como en los de baja calificación,  aunque en diferentes formas; por lo general en un trabajo que  requiere una gran calificación, se presenta `pre r uso excesivo de las funciones cognitivas e intelectuales, tanto en tiempo como en intensidad, mientras que en los trabajos repetitivos que no requieren una alta calificación, se presenta por el uso excesivo de los mecanismos sensomotores.

Si la demanda que impone la tarea supera la capacidad del operador, pueden presentarse errores u omisiones tales como la inapropiada interpretación de la información proporcionada desde los tableros de control, errores que pueden ser críticos para la seguridad de los procesos y las personas.

Aunque la sobrecarga menta conlleva a la disminución de la eficiencia y eficacia de quien está sometido a ella, la utilización de estructuras como la atención, memorización, abstracción o decisión, es indispensable para el desarrollo de la inteligencia y puede conllevar un aumento de la potencialidad intelectual.

Otros factores que pueden influir en la carga mental son los ambientales, como el ruido que provoca la disminución de la atención, que es de gran importancia en trabajos que demandan concentración, rapidez y destreza, lo que causa un mayor desgaste nervioso y mayor fatiga mental al trabajador. La iluminación también puede influir de forma importante en la carga mental al estar directamente relacionada con la percepción.

Evaluación de la carga y fatiga mental

Existen diferentes formas de medir la carga de trabajo donde hay predominio de la actividad física, basados en la medición de diferente indicadores, como el consumo energético, los cambios en la frecuencia respiratoria y cardíaca, las señales eléctricas requeridas para el movimiento, así como diversos indicadores químicos; sin embargo, la medición de la carga mental aún presenta dificultades.

La mayor parte de la investigación para la medición de la carga mental se basa en el concepto de que la capacidad del humano para el tratamiento de la información es limitado, que considera al ser humano como un canal único con capacidad limitada para tratar una cierta cantidad de información presentada por unidad de tiempo; si la cantidad de información que recibe es menor a su capacidad no presenta problemas para tratarla, pero si la cantidad supera su capacidad no puede manejarla y aparecerán errores u omisiones.

En esta teoría se considera que la atención puede no estar ocupada solamente en una actividad y la fatiga se explica por una sobrecarga donde se recibe in número de señales informativas para tratar, mientras que en las situaciones donde el número de señales es muy bajo o de poca calidad la información, quien las recibe debe realizar un sobreesfuerzo para mantenerse alerta, que tras un período de tiempo produce fatiga y empobrecimiento intelectual, situación que es común encontrar en los trabajos simples y repetitivos, donde el número de variaciones a las que se enfrenta el operador es muy reducido.

Para la evaluación de la carga mental se han planteado diversos procedimientos, con diferentes de validez, especificidad, y aceptabilidad, que en forma general se pueden clasificar en las siguientes categorías.

-Medición y monitoreo de indicaciones fisiológicos.

Dentro de esta categoría se encuentra el monitoreo de la frecuencia cardíaca, que resulta relativamente fácil de medir y poco intrusivo sobre la actividad del trabajador. La frecuencia cardíaca presenta una disminución en el nivel de actividad y un signo de aparición de la fatiga; sin embargo, este método es poco específico ya que la frecuencia cardíaca también se ve afectada por factores físicos y ambientales, como la actividad muscular y la temperatura ambiental, además de factores emocionales.

En forma general, la medición de diferentes indicadores fisiológicos que presentan variaciones con la actividad mental proporciona información de tipo cualitativo más que cuantitativo, es decir, no reflejan específicamente el nivel de caga mental pero indican si hay una sobrecarga.

También dentro de esta categoría se tiene el electroencefalograma, que se basa en la relación entre la actividad eléctrica de la corteza cerebral y los procesos de adquisición y tratamiento de la información, y los potenciales evocados, que es la medición de potenciales eléctricos vinculados a la aparición de un estímulo repentino y breve, que proporcionan un índice objetivo del procesamiento de información cerebral. Las principales desventajas que presentan estas técnicas son su elevado costo, requerimiento de equipo altamente especializado, dificultad para la interpretación de las observaciones y son poco prácticas para aplicar fuera de un laboratorio, por lo que puede no reflejar la situación real de carga mental que impone cierta actividad a quien la realiza.

-Estimación subjetiva por parte de los sujetos.

Estas técnicas se basan principalmente en cuestionarios y encuestas que tratan de obtener información de los estados internos del sujeto, con el fin de establecer una relación entre los factores de trabajo, las vivencias del trabajador y la carga mental que le representa la actividad que realiza. Un aspecto importante a considerar en este tipo de estimación de la carga mental es que la perfección de su nivel depende de la capacitación, conocimiento y experiencia de cada trabajador.

-Observación de la actividad y determinación de la efectividad.

Dentro de esta categoría se encuentra el método de la asignación de una segunda tarea, que se basa en el concepto de canal único y capacidad limitada de la persona para medir de forma indirecta la fracción de capacidad mental no utilizada en una tarea principal; básicamente consiste en asignar una segunda tarea, además de la principal, que busca saturar la capacidad del operador con el fin de evaluar el deterioro de su actividad al cometer una mayor cantidad de errores y requerir un mayor tiempo para realizarlas.

Por medio de la observación también se puede determinar cuando el sujeto responde a una sobrecarga mental, ya que adopta variaciones en su comportamiento tratando de buscar estrategias diferentes y formas operativas más compatibles con su capacidad de trabajo, que indican que su capacidad está al límite de la saturación o ha sido rebasada. Esta forma de determinación de la carga mental en forma general es poco estructurada y difícil de discriminar los cambios derivados estrictamente de la carga de trabajo mental.

En cualquier caso, no hay que olvidar que no siempre es perjudicial la exigencia intelectual y que se debería buscar ampliar o enriquecer tareas que resulten muy simples, parciales o fastidiosas, así como diseñar actividades que sean interesantes y motivadoras, que impliques cierta dificultad intelectual y donde existan problemas de decisión para el operador.

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